viernes, 1 de marzo de 2013

Love made of marble

Un sábado 23 de febrero a las 6 de la mañana sonaba el despertador, no me costó levantarme, al contrario, iba a ver el Taj Mahal... por primera vez madrugaba para ver un monumento y, creédme, valió la pena hacerlo. Después de un buen desayuno nos dirijimos a la entrada sur del mausoleo, rodeado por una gran muralla rojiza. Una vez pasado el control de seguridad empezaban los nervios aquellos de "joder Agnès, que vas a ver el Taj Mahal, jo-der!", es decir, de esos nervios que tienes que convencerte a ti misma de que vas a hacer o ver algo tan guay que no sabes si estás soñando o qué.

Pues ni en mis mejores sueños había imaginado el Taj Mahal como lo es en realidad, es más, entre mi imaginación y la realidad había un grandísimo abismo. Después de pasar la primera puerta principal, un manto verde se extendía a mis pies, un carril de agua azul turquesa separaba ese césped cuidado al milímetro y a lo lejos... La grandilocuencia hecha de mármol blanco, un blanco brillante e impecable. Ese momento en que todos los turistas vemos el mausoleo de frente por primera vez estoy segura que es de foto: decenas de bocas abiertas, expresiones de sorpresa que vienen desde todos los ángulos del perímetro, centenares de disparos de cámaras fotográficas... En resumen, puedo deciros que el Taj Mahal es realmente alucinante, flipante, acojonante, impresionante y todo adjetivo que sirva para describir la magnificencia y la perfección de esta obra arquitectónica.

Y todavía no he hablado del romanticismo que se respira en cada rincón de esta obra de arte, pues el emperador Sha Jahan, a raiz de la muerte de su esposa preferida, Mumtaz Mahal, que falleció dando a luz a su decimocuarto hijo, quedó tan sumamente desconsolado por la pérdida que acto seguido mandó construir el Taj Mahal como ofrenda póstuma. Además, este sería el templo donde, una vez muerto el emperador, yacerían juntos para siempre.

Podría mirar de hablaros más de lo que vi y sentí aquel día, pero se me hace difícil ir más allá de estas palabras, sólo puedo deciros que si váis de viaje a Índia, no podéis dejar pasar la oportunidad de ver esta maravilla.

2 comentarios:

  1. Te he leído de cabo a rabo. No había leído ninguna de las entradas y hoy de una sentada las he leído todas. ¡Qué envidia! :)
    Un besazo fuerte y una sonrisaza.

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  2. Hola Reina India
    Quin viatge, quina maravella.

    Petons

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